lunes, 5 de mayo de 2008

ES O SE HACE?FUENTE:NICOLAS MAVRAKIS




GASPAR CHIAPPETTA ES TAXIBOY O DISEÑADOR DE ROPA???


Blusas multi-age, jeans de la moda en auge y vestidos sencillos y elegantes: artesanales, a mano ysin la miserable explotación esclavista que suele erigir a los popes de toda la competencia en el rubro textil porteño.Salir del armarioHasta que la Justicia - con precio fijo - necesitó con urgencia dadores voluntarios de un chivo expiatorio, y no tanto de un culpable real, M. G. Chiappetta, “Ener” (para los medios reductores no sólo de los hechos sino hasta de los nombres) se dedicaba a la confección de prendas de vestir. Las prendas son pintadas al natural y a mano. En cualquier boliche progre de Palermo Hollywood, se venden elementos semejantes a precio prácticamente dólar. Elementos artesanales, pero hechos con las manos del último indigenismo reivindicable: el esclavo.Las prendas artesanales confeccionadas por el emprendedor textil M. G. Chiappetta – consta al conocedor de este staff – son verídicos ejercicios capitalistas. Es decir, son una tarea que incumbe una parte creativa y otra productiva. El valor agregado es fundado. No se explota, en el proceso, ilícitamente, a nadie. Como sí hacen las otras marcas y los bolichitos progres de Palermo Hollywood. Lo cual no habla de humanitarismo ni filantropía: habla de respeto al consumidor. Es lacerante pagar $300 por un jean cuyo costo es de $0.80. La esclavitud indígena de por medio es lo de menos. Da lo mismo. No interesa. Sí interesa que se robe al consumidor, haciéndole pagar enormes sobreprecios.Las prendas de M. G. Chiappetta – ahora con blog propio - se eximen de tales abusos.Solamente por ese detalle importante, merecen mayor atención. Y pintan, de paso, el perfil del dueño: no se dedica a doblegar y falsear voluntades ajenas para vivir.Las prendas, si se las miran en detalle, además, no están nada mal.Los jeans en la imagen, sin ir más lejos, están, de hecho, muy bien.Las blusas están confeccionadas como para satisfacer los gustos de varias edades.Son prendas que ameritan salir del armario para venderse.No a manera de “reinserción social” – sólo los delincuentes se reinsertan y M. G. Chiappetta no es uno – sino a modo de continuación normal de la vida de un empresario. De un emprendedor que por fin tiene enteramente la palabra.Guardarse en el armarioPor otro lado, el crimen de L. E. Mitre, el amigo de M. G. Chiappetta, sigue el camino inverso. Se guarda en el armario.En lo que respecta a “lo masivo” (a la “opinión pública”), el crimen reposa en la abulia igualitarista – o sea, sin derecho al matiz propio - de ser, apenas, uno más de aquellos homicidios que suelen ser ceñidos al circuito de la oferta y la demanda del deseo gay. Como si no exigieran, en definitiva, mayor horror. Operación mediática por medio de la cual, además de profundizar una estigmatización social, se aseguró cierto grado de “indisposición” en el interés concreto del público (en su mayoría: la clase media bienpensante y heterosexista) hacia los vericuetos – y esclarecimiento - reales del caso del homicidio de L. E. Mitre.Esclarecimiento que, retrospectivamente, se hizo desde el principio: cuando se hablaba de un crimen mafioso. Esa – no otra – era la pista más importante. Definida por la negativa – es decir, por todo lo que no se hizo – queda claro que la investigación es contundente. Fue un crimen mafioso. Con invocaciones, sin ir más lejos, a un clásico mafioso. El Padrino. En particular, aquella escena de la segunda parte. Aquella en la que, entre hermanos, se declara la violenta destrucción del corazón de Michael. Escena que – siempre en la película de F. F. Coppola – es preámbulo de la desaparición de uno de ellos. Fredo, tal vez el más vulnerable de la familia.# posted by Mavrakis @ 12:44 PM FUENTE:MAVRAKIS

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